miércoles, febrero 25, 2009

Se busca...

...Hombre atractivo, con fortaleza, seguro y muy pasional.

Con la mitad de este me conformaría...



Que mi fuerza te acompañe


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lunes, febrero 23, 2009

lunes...


sábado, febrero 21, 2009

sábado

martes, febrero 17, 2009

A la cama...


lunes, febrero 16, 2009

Mis Relatos Semanales




TINTERO VIRTUAL CCCLXXVIII Apátridas

Virginia tiene Alas



“... cuando era pequeña quería tener dos hijos negros, niño y niña. Me parecían tan bonitos con el pelo rizado, una pequeña nariz chatita, ya saben, esos rasgos tan bonitos. Aunque confieso que dudaba entre ellos y los esquimales, quizá todo se debía a los álbumes de cromos de mis hermanos, a las misioneras y misioneros dominicos que venían al colegio a contarnos sus vivencias, y a la baraja de las familias; mi juego favorito. Las cartas que agrupabas por familias se podían enlazar entre ellas formando un puzzle que a mi me parecía mágico porque nadie parecía haberse dado cuenta hasta que jugaban conmigo, y tenían que esperar a que montara aquellos planos desconocidos para jugar otra partida, y volver a montar, fascinados, el puzzle una y otra vez.

Siempre tuve un ansia inmensa por conocer el mundo y sus gentes, todas sus cosas. Decidí vagar errante, desde muy joven, por todos sus rincones hasta cumplir los cuarenta años y volver a mis raíces. Y volví con pasaporte griego, casualidades, podía haber sido con cualquier otro. Los tres años anteriores había vivido por diferentes pueblos de las costas griegas. Me casé con Ariscos Qaragholes, un buen hombre con el que fui muy feliz, él sabía que todo se desvanecería al cumplir mis cuarenta años. Nos conocimos en Argentina, tras mi divorcio con Pablo. Y antes en Polonia con Wlady, y en Syldavia, y...”

Cuando cumplió los cuarenta años volvió a casa como si nada hubiera sucedido. Todos habían crecido mucho y se habían hecho muy mayores. Así que ella llegó como un vendaval que les trajo la frescura y vitalidad que la familia creía perdida. Pero, como un pájaro al que engarzas sus alas en oro*, Virginia se fue apagando un poco cada día que pasaba. No estaba acostumbrada a la burocracia, al papeleo, a las solicitudes, a tener que pagar impuestos, a la obligación de exigirle una residencia, a figurar en el censo, a empadronarse para tener médico y esas cosas, permisos de circulación y tasas. No estaba acostumbrada a rendir cuentas a nadie. No sabía con qué nacionalidad establecerse, no le gustaba tener que escoger y rechazar.

Por las noches se escuchaba su voz impotente, no se sabía si dormía o si estaba despierta – ¿Por qué?, ¡Quiero ser apátrida! – repetía cada noche con más frecuencia hasta el punto de ser un runrún constante, una obsesiva pesadilla.

Y así fue como comenzó su lucha. A lo largo de su vida había tenido diferentes nacionalidades y oficios, había estado varias veces en todos los rincones del mundo, todo el planeta era su tierra y su patria; podía morir en paz en cualquier lugar. Con mi apoyo como psiquiatra logró comenzar por el principio. Visitó todas las embajadas de las que obtuvo nacionalidad en algún momento de su vida por cualquier circunstancia, solicitó situación de apátrida y quedó a la espera de la respuesta que no llegaba. No nos casamos por no dar impedimento a su petición que acabó llegando al Consejo Superior del Orden del Planeta y, por fin, una respuesta con una citación desmesurada. Su solicitud fue una provocación al equilibrio del sistema, la prensa preguntaba, las embajadas no intercambiaban opiniones, nadie se arriesgaba a mover ficha. Algunos intentaron sobornarla para que escogiera su país como nación y patria; nunca los delató.

Virginia estaba muy nerviosa y apenas pudo dormir la noche anterior a su entrevista con el Consejo. Cuando bajó escoltada de un coche oficial, multitud de cámaras buscaron su rostro, ella las sopesó sintiendo que miraba a toda la Humanidad. Mujeres y Hombres de todas las razas le coreaban esperando cómplices la respuesta a su petición. Conocía a muchos de ellos y ni siquiera podía abrazarlos; venían de lejos, de muy lejos.

Cuando le preguntaron fue incapaz de pronunciar palabra, la sorpresa ante tanta gravedad por parte de los miembros del Consejo y el increíble despliegue de cámaras, policía, gente y manifestaciones sobre cualquier cosa, le había impresionado y enmudecido. A mi, como su psiquiatra, me consintieron ayudarle a responder. Por fin pudo hablar:

“Mi conciencia es... global, cuando era pequeña quería tener dos hijos negros, niño y niña. Me parecían tan bonitos con el pelo rizado, una pequeña nariz chatita, ya saben, esos rasgos tan bonitos...”

La respuesta y sentencia ya estaba dictaminada antes de que Virginia pusiera un pie en el Palacio del Orden, y la aceptó sin mirarme. Me permitió acompañarle al aeropuerto y despedirnos.

Nunca le diré que fui yo quién les sugirió que le retirasen a ese lugar perdido, flotando sobre tonos turquesas que a ella tanto le gustan. Tampoco nadie le ha dicho que esa isla se hunde en el Pacífico, le quedan diez años paradisíacos de vida.

Volverás. Sonrío, ese pensamiento me mantendrá vivo.







* “Engarza en oro las alas del pájaro y nunca más volará al cielo”

Rabindranath Tagore (1861 ~ 1941)






[ecumedesjours]

jueves, febrero 12, 2009

wow..................

Podría volar....





Cuantas veces habremos soñado ser un pájaro, volar, surcar el cielo a través de sus cauces siguiendo las corrientes. Quizá la causa fue algún programa de Félix de la Fuente, pero en esa otra vida, o la misma vida que son los sueños, he sido águila.

También he sido una niña que jugando a voleibol en la terraza de mis primas salté tanto para coger la pelota –que hacíamos con una bolsa de plástico rellena de los envoltorios de la merienda– que crucé la barandilla y caí por el vació de la calle Manuel Monzó. Un segundo antes de tocar el suelo desperté, como todos vosotros.

El resto son metáforas...

Volar de placer, de felicidad, flotar... pasear por el borde del tejado, deslizarse por el filo de la navaja, lanzarse al vacío de la vida y de la nada

Esto sí es volar, wow.....

Dale al play, Sam


lunes, febrero 09, 2009

Una sonrisa


De nuevo...

¡Adoro la Sala Galileo!, por todo, por sus espectáculos, por su trato, por dejar entrar a Almu que... ¡se había dejado la entrada en casa!, fue maravilloso.

Qué cabezas...

No pudiste estar alli, pero bueno... para ti...



Joaquín Reyes es un muchacho encantador, estaba esperándonos a la salida, a su público, para saludar, uhm... o quizá simplemente lo pillamos de camino a por una birra. En todo caso me pareció una persona encantadora con la que me reí muchísimo.



Me encantan estos muchachos, en especial Joaquín Reyes




domingo, febrero 08, 2009

Domingo... sol y blues



William Bouguereau
Petites Maradeuses, 1872
Oleo sobre lienzo, 200 x 109 ctms
Colección Privada











Vamos, no sé si hace frío en la calle
Sólo sé que yo estoy bien, caliente
“Y no necesito más”, me repito a mi misma
Sin dejar de mirar a Chloe, “no necesito más”

Cada uno tiene su camino, a veces se juntan
A veces los caminos se rozan, otras tropiezan
Otras veces se pierden ¿para siempre?, yeah
Eso, nena, nadie lo sabe

Te imagino paseando, comprando la prensa
Sin prisas, hacia la terraza de un bar
Eres de los que gustan sentir la tibieza del sol
La tibieza del sol en las mañanas frías de invierno

En esos paseos un rayo atraviesa en algún instante tu cerebro
Y taladra tu parte soñadora, y empuja un resorte
Y, por un momento, te olvidas de todo y te encuentras contigo
Para volver a huir de ti mismo, ¿para siempre?, Yeah!


- moi -

domingo, febrero 01, 2009

Feliz Domingo


Ella sabe lo que el hombre espera...

... sin haberlo aprendido
y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir...




Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo
y ahora están atrapados los dos en la misma prisión
vigilados por el ojo incansable del deseo voraz
sometidos a una insoportable tensión de silencio

Han caído los dos bajo el punto de vista exclusivo
iniciando una guerra en que nadie pudo vencer jamás
ella sabe lo que el hombre espera sin haberlo aprendido
y él encuentra un sentido al enigma que no le dejaba existir

Antes eran dos barcos sin rumbo, hoy son dos marionetas que van
persiguiendo una luz cegadora por la línea del tiempo
Han caído los dos en la boca de un dios tenebroso
que sonríe mostrando sus dientes de acero

Han caído los dos cual soldados fulminados al suelo
y ahora están atrapados los dos en la misma prisión
vigilados por el ojo incansable del deseo voraz
sometidos a una insoportable tensión de silencio