jueves, noviembre 09, 2006

Mis relatos semanales

TINTERO VIRTUAL CCLXV "EL ALIENÍGENA"

"Stars" [ 5º lugar ]


la via lactea













- Veamos, ¿qué me traéis?

– No sabría decirle, comisario. Es un tipo extraño – responde el inspector García acercándose a los cristales por donde pueden ver al sospechoso. Un hombre sentado en una silla que les sonríe y les mira tranquilamente mientras el psiquiatra, el Dr. Mora, intenta en vano que responda a sus preguntas –

– Curioso – dice el comisario – parece como si nos estuviese viendo desde el otro lado – El comisario se va al otro extremo del cristal velado alejándose del inspector García. El sospechoso le dirige su mirada y le sonríe de forma afectuosa – Nos está viendo, no sé cómo lo hace pero nos ve. Prosiga.

– Bien, este hombre tiene varias detenciones a sus espaldas. Posee cierto empeño obsesivo en dejar las ciudades a oscuras. En una sola noche dejó sin luz las calles de todos los pueblos de una comarca de 150.000 habitantes, y así va avanzando a su paso, asolando pueblos enteros de farolas, escaparates y cualquier luminoso que se ponga a tiro.

– El sospechoso se levanta y se dirige hacia ellos desde el otro lado del cristal velado, le pide con un gesto al psiquiatra el rotulador con que iba tomando notas y comienza a dibujar puntos en la pizarra acristalada que les separa, unos más grandes, otros más pequeños. Ante la insistencia del psiquiatra por saber qué está haciendo comienza a escribir nombres. Perseo, Casiopea, Cefeo, Ofiuco y Escorpio. Mientras tanto el Dr. Mora pide una cámara de fotos y aquél hombre sigue poniendo nombres. Sagitario, Escudo... –

– Parece como si dibujase un plano del Universo – dijo el Dr. Mora mientras hacia fotos al cristal donde aquel curioso personaje estaba dibujando un cielo cargado de estrellas y constelaciones.

El sospechoso estaba indocumentado y parecía estar mudo. Ingresó en un psiquiátrico donde pagaría a la sociedad los desperfectos que había causado con su obsesión por las noches oscuras. Al principio fue noticia, se mantuvo unos días en los titulares de la Prensa, pasó a los pequeños artículos y acabó en el olvido. El comisario quiso ocultarles que aquél extraño personaje llevaba grabado en su cerebro un plano detallado de la vía láctea.

El centro psiquiátrico estaba situado en las montañas de una serranía lejos de las luces de la ciudad. La única contaminación lumínica que se producía era a causa del edificio. En las noches de agosto los más lúcidos consiguieron un permiso para quedarse en el jardín. Cuando comenzaba a anochecer apagaban las luces que iluminaban los alrededores mientras el grupo de *locos inmaculados con un punto de lucidez se tumbaba en la hierba. Aquél personaje al que habían bautizado como Sr. Alien se quedaba en pie, alzaba sus brazos y una por una comenzaba a encender las estrellas. El grupo inmaculado coreaba suavemente el nombre de cada una de aquellas estrellas que se iban encendiendo con una infinita sonrisa de felicidad en sus rostros.

*Ver Tintero CCLIV – “Esas maletas” (locos inmaculados)

[ ecumedesjours ]

3 comentarios:

una mujer dijo...

Este relato nos recuerda que la Vía Láctea se extingue. Se extingue a nuestros ojos.

Las luces de la ciudad cada vez son más estrepitosas, radiantes y fashion. Los dominios del hombre se amplian y con ellos el uso y abuso de las bombillas causando una contaminación lumínica tan agresiva que cada vez tenemos que huir más lejos para descubrir la estrella Polar. De ahí el empeño de mi Alien por poder encender las estrellas.

Que yo recuerde... sólo he visto una vez la Vía láctea, fue una noche de agosto, hace .... uhm... 11 años en un pueblecito perdido de Albacete. Y tú, ¿la has visto muchas veces?

Anónimo dijo...

Haciendo el trayecto Vigo-Madrid, hace muchos años, un camión cisterna cargado de leche volcó de madrugada en medio de la carretera.

Cuando pasé por su lado -aun no había llegado la Guardia Civil- las ruedas de mi coche despedían gotas blancas por todas partes que, iluminadas por los faros del mismo camión, hacían el efecto de una nevada de un blanco radiante.

Siempre he sido un cobarde. A esas horas no había tránsito y debía ser el único conductor en muchos kilómetros a la redonda. Era una carretera secundaria; me había desviado porque me gusta conducir de noche por una carretera desierta, imaginando que soy el único habitante del planeta después de que el sol se hubiese apagado. Es un poco estúpido, ya que, si fuera así, estaría malgastando mis últimas horas conduciendo sin destino, pero en fin, no todos somos seres cabales.

El hecho es que ni hice ademán de detenerme, evité mirar para la cabina del conductor porque no quería que quedara grabada en mi retina alguna imagen desagradable para el resto de mi vida.

Tengo cierta tendencia a los pensamientos sádicos, así que imaginé que esa espectacular nevada, casi cegadora, se iba a teñir de rojo y convertirse en una lluvia de fuego.

No sucedió. No sé si el conductor resulto ileso, herido o muerto. Pero cada vez que oigo hablar de la vía láctea me acuerdo de ese día.

La otra, la real, la vi hace muchos años, cuando era otra persona distinta a la que soy y evocar ese tiempo rompe este silencio, no es dolor, ni nostalgia. Es complicado de entender y, como todo, nada interesante para el receptor y simple desahogo para el emisor.

Pero sí, la vi.

una mujer dijo...

Si alguna vez hago el recorrido Madrid-Vigo buscaré la vía láctea.

: )

Yo iba caminando en una especie de romeria. Llegamos ya de noche al Sahúco y, antes de entrar, vi un maravilloso camino de estrellas.

- ¡wowwwwwwwwwwwwww!, ¿eso qué es?

- Es el caminito de Santiago

- Vaya, jamás había oido hablar de él... ¿es un fenómeno?


Je, nadie me contestó. Se rieron de mi o creyeron que yo me reía de ellos. Hasta que un día que lo recordé se lo conté a mi enciclopedia

- ¡Es la vía láctea - wow... No sabía que podíamos verla... -

Me apetece verla de nuevo, esperaré a agosto.