jueves, febrero 01, 2007

La leche materna


Estamos en el Monte Olimpo, en la morada de los dioses, en la suntuosa alcoba de Hera, esposa celosa de Zeus, adornada de querubines y telas lujosas. La cama, en desorden, muestra la riqueza de sedas y satén de las sábanas que contrastan con los colores cálidos de las colchas bordadas.


Tintoretto
“El Origen de la Vía Láctea”, (1577-78)

Óleo sobre lienzo, 127,5 x 165 cm.
Adquirida en 1890 para la Galería Nacional de Londres.
Actualmente en la exposición temporal del Museo del Prado

En segundo plano tenemos a Zeus, expectante, en forma de águila soberbia, con mirada sagaz y las alas abiertas – protegiendo la escena – lleva entre sus garras su haz de rayos destructores. Su inquietud es revelada por el movimiento de cabeza a la izquierda, instando a Hermes, mensajero del Olimpo, a colocar a hurtadillas a su pequeño hijo Hércules, fruto de su amor con la terrenal Alcmena, para mamar del pecho de su esposa y así volverlo inmortal. Hera despierta asustada, la leche brota de sus senos y crea un camino de estrellas, la Vía Láctea que tanto me fascina...

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