lunes, septiembre 01, 2008

Mis Relatos Semanales

TINTERO VIRTUAL CCCLIII: EL TERMÓMETRO





"El agua de plata" [Relato ganador]


Harold estaba inmóvil y, ante nuestra admiración, aparentaba calma. Los demás enmudecíamos ante el drama de la impotencia de una estúpida guerra, nada podíamos hacer, ni siquiera sabíamos a qué o a quién esperábamos; ahora lo sé. Ahora sé que esperábamos, impotentes y alejados, que todo sucediera de una vez. Pero Harold no dejaba de hablar de su infancia sin apartar la vista del péndulo cargado de mercurio en total equilibrio frente a su rostro, como una estatua. Siempre llevaba su péndulo como amuleto, lo fuera o no nadie lo discutía, era el mejor en su especialidad y nos había salvado la vida en muchas ocasiones con el péndulo por delante. Nos contó que, siendo niño, su padre le enseñó el ingenio de la ciencia, la electricidad, juegos con dinamos, pilas, baterías o pequeños motores. Y que una vez descubrió en su laboratorio un frasco de barro muy escondido y cubierto de polvo, así que la curiosidad infantil de su hermana, que llegó a ser enfermera, le llevó a derramar parte de aquél líquido plateado traído de las lejanas minas de Almadén, en las pequeñas manos de Harold. Quedaron fascinados por el mercurio, el líquido metal resbalaba fresco entre las manos de los niños. Supieron que alguna maldad se ocultaba en aquél tesoro cuando vieron desaparecer del dedo del pequeño el sello de oro de la comunión, comido por el líquido hambriento recién despertado de su sueño arcano. Abrieron las manos, separaron los dedos y dejaron escapar el agua poderosa que, al tocar el suelo, estallaba en miríadas de gotitas plateadas que parecían emitir algún tipo de energía mágica.

A lo largo de su vida continuaron las visitas ocultas al laboratorio hasta embarcar en esta guerra. Harold paseó, como muchos de nosotros unas noches antes de salir del país, por todos los rincones de su casa aspirando cualquier mota del hogar que pudiera retener por si tardaba en volver. Llegó al laboratorio del padre, buscó el frasco de barro que guardaba el mercurio y lo vació en un bote de cristal, apenas quedaba un par de puñaditos de aquél líquido metal de la infancia. Encargó fabricar con él un pequeño termómetro de pared que colocó en la lápida de su hermana y un péndulo que contuviera la otra mitad.

Aquella mañana parecía el último día de una guerra antes de convertirse en un atardecer estático. Todos amanecimos embriagados de un optimismo que nos alentaba a continuar entre bromas y risas. De pronto ocurrió, Harold bajó la guardia y topó con ella. Incluso tuvo tiempo de darle un nombre, Medusa lo había petrificado. La mina crujió bajo su pie, en cuanto lo levantara estallaría. Cuando, por fin, el pobre muchacho decidió actuar, se protegió con las dos manos los órganos vitales de su entrepierna e hizo intención de correr, quedando aquél instante atrapado para nuestro eterno recuerdo como un fogonazo causado por el impacto de la explosión de la metralla que devoraba la pierna, los pies y las manos de nuestro camarada Harold como el mercurio caliente de una guerra.


[ecumedesjours]

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué temperatura puede llegar a alcanzar la memoria líquida de los recuerdos de un pasado no vivido?
¿Hierve fluída la espesura del deseo en la cuenca del azogue?
¿Tienen alas en los tobillos los mensajes de tus sentimientos?
To be continued...

Anónimo dijo...

Eres la mejor, un relato extraordinario. Lastima que aun no te decidas por los guiones.El ritmo, el vocabulario, las metáforas y la sorpresa en cada relato
Sigue siendo un placer de blog y rememora tu compañia

Anónimo dijo...

Eres la mejor, un relato extraordinario. Lastima que aun no te decidas por los guiones.El ritmo, el vocabulario, las metáforas y la sorpresa en cada relato
Sigue siendo un placer de blog y rememora tu compañia

Anónimo dijo...

Eres la mejor, un relato extraordinario. Lastima que aun no te decidas por los guiones.El ritmo, el vocabulario, las metáforas y la sorpresa en cada relato
Sigue siendo un placer de blog y rememora tu compañia

Anónimo dijo...

jose eres un falso, a todas nos dices lo mismo.... nos mientes nos hieres
cruel,eso eres