sábado, julio 05, 2008

Mis Relatos Semanales






TINTERO CCCLII: GATOS

“Buenas noches”

— ¿Sabes?, un día de estos será tu cumpleaños. Debiste nacer por estas fechas hace cuatro años y estaba pensando en los hombres, no en todos. Pensaba en los últimos hombres que han pasado por mi vida desde que tú apareciste en casa. A Jorge le causabas alergia y acabó casándose con su novia y yo volvía a partirme en pedacitos. José llegó como una luz fresca y alentadora, eso sí, todo en él era un lío, incluida su picha. Prefirió que nuestra relación fuera más duradera que un intento de pareja por lo que escogió la amistad y, claro, es de los que piensan que el sexo y la amistad no deben mezclarse. Después surgieron nuevos intentos que no pasaron de un par de citas, quizá tres, no sé... Más tarde apareció otro José, también lejano, y la distancia no da para una relación más o menos de pareja, y ahora Javier, ¿por qué le arañaste el otro día? Tú y yo nos parecemos demasiado. Hay algo que todos saben menos tú, así que escúchame. Los animales, las mascotas, acaban pareciéndose a sus dueños y compañeros y desde que vengo observando tu comportamiento estoy aprendiendo mucho de ti. En principio sueles ser arisca con la gente que a mi poco o nada me aporta. Tú detectas que tengo ganas de que se vayan, de que pierdo la comodidad en mi hogar y sacas tus uñas. Estuviste fantástica cuando tuvimos que aguantar a los sobrinos de los dueños de la casa. Dos días soportando tus bufidos, tus garras y tus dientes fueron suficientes para que se largaran antes de lo previsto. Por cierto, nunca he llegado a verte volar como decían que saltabas, ¿me lo enseñarás algún día? Aguantarles la semana completa hubiera sido insoportable para mi y agotador para ti, te estresan demasiado los desconocidos.

(Sonido de ronroneo...)


— Tengo amigos y amigas que poseen una luz especial, no sé si tú la ves también por ti misma o si lo haces a través de mis ojos y aprendes la conducta que yo ya tengo aprendida. ¿No crees que si hubieras tenido otros dueños y compañeros serías diferente?

Marta mira a su dueña que parece esperar una respuesta, abre y cierra sus párpados siguiendo el movimiento de los labios de la amiga que le hace ronronear y al cesar la caricia de la charla en sus oídos Marta comienza a lamerse una pata y con ella se peina su carita y los bigotes.

— Vamos a la cama princesa.


Marta sigue a su compañera al lavabo, le apasiona la pasta de dientes con la que se entretiene cada noche saboreando el picor agradable que le causa en su garganta, en sus ojos y bigotes, y cuando se repone de todas esas sensaciones se da cuenta de que su dueña ya duerme en la cama a puerta cerrada. Vaya, una noche más en la que no ha podido colarse en el dormitorio, mañana será otro día. Y se tumba fiel ante la puerta de su dueña, como un guardián orgulloso.

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