sábado, noviembre 07, 2009

Mis Relatos Semanales

TINTERO VIRTUAL CDXII - VERDADES CIENTIFICAS




El día comenzaba mal, una caca de perro se puso en mi camino, no hacía falta ser veterinario -yo no lo soy-, para saber, por sus características y tamaño, que aquello pertenecía a mi afable vecino Walter, un perro labrador. Volví a casa y me cambié de zapatos, tenía dos entrevistas de trabajo.

Tengo cuarenta años y todavía sigo contando las baldosas de la calle, sumo los adoquines por un lado y por otro los bordillos de las aceras, resto sus resultados y los elevo a tantas potencias como papeleras me encuentro. Y mientras espero en una sala larga y estrecha van entrando otros como yo. Y me enredo imaginando el crecimiento de un árbol siguiendo la sucesión que nos mostró Fibonacci, primero un tronco, después una rama que se divide en dos ramas de las cuales cada una se divide en tres más pequeñas y.... Comienzo a hablar de mi, no estoy acostumbrado a estos lances, fui número uno de mi promoción, licenciado en matemáticas, doctorado en estadística. La jodida crisis se nos ha llevado por delante. Formaba parte del equipo de investigación de una prestigiosa multinacional, el primer recorte nos ha pillado desprevenidos, jamás lo hubiera imaginado...

Salgo de la entrevista con la sensación de salir de la consulta de un psicoanalista y los números Fibonacci que allí esperan su turno me miran como intentando descubrir alguna emoción en mi rostro, como si saliera de follarme a una puta, pues no pienso contarles nada.

He decidido caminar sin prisas, no ir a la siguiente entrevista de trabajo, comprar sushi en el mercadito de Antón Martínez y comérmelo en el Retiro.

Me entretengo mirando las portadas de los libros que la gente lee o lleva en sus manos, algunas son cuadros famosos, obras de arte, estallidos de colores que se disparan en mi mente como fabulosos prismas, magníficos caleidoscopios, fractales maravillosos. Vuelvo a casa y leo poesía, es lo único que me abstrae de mis pensamientos lógicos, es lo único que consigue desactivar mi parte analítica y matemática.

Recuerdo una noche en que mi mujer parecía estar teniendo un orgasmo y yo la sentí divina, tan divina como el número áureo y le hablé de la razón áurea, del misticismo, y de Fidias... Al día siguiente me abandonó.

Debo ser un tipo aburrido.

ecumedesjours

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