martes, febrero 23, 2010

Mis Relatos Semanales





Tintero Virtual CDXXV – “Naipes...
...ruletas, humo y casinos”


“Julius”




Bastante aburrido era ya de por sí tener a Julius como compañero en este trabajito como para tener que contar con él cuando los dos motores del avión fallaron y pudimos planear con el auxiliar hasta caer de panza sobre las dunas y clavarnos de frente en el desierto. Como un reloj de diez minutos comenzó a resbalar la arena por todos los resquicios rellenando el viejo cacharro hasta tragárselo casi entero, un par de tormentas harían el resto con su trasero que había quedado visible, con el portón reventado, provocándonos.

Sabíamos en qué punto del mapa nos encontrábamos, lo cual era una ventaja, la brújula y las estrellas nos guiarían en la noche, más fresca para caminar por el desierto entre reproches y maldiciones.

Al llegar a la cima de una duna vimos luces que nos desviaban de nuestra imaginaria ruta hacia la derecha, al este, en un par de horas estaríamos allí; no era un espejismo, los dos veíamos el alegre resplandor y en menos de una hora estábamos en ¿Las Vegas?. No podía creer todo lo que estaba ocurriendo. Teníamos que trasladar una chatarra del Golfo Pérsico a la base de Matarello, al norte de Italia, mi compañero tuvo un accidente y me empaquetaron al gafe de Julius en el último segundo, nos estrellamos en el desierto y ahora nos encontramos ante un Casino, una aguja en un pajar. Había escuchado hablar de ellos, vergeles en el desierto, resorts de lujo, túnicas blancas, negras, lino y algodón, sedas y tapices nos recibieron. Menudo espejismo...

Ya sólo cabía esperar que vinieran a recogernos, nos retuvieron en una suite individual, más grande que mi apartamento, con toda nuestra voluntad a su favor. Todo iba bien, nos protegían los galones del ejército de nuestro país confederado, hasta que Julius se empeñó en dar una vuelta por el complejo y lucir sus dotes de gafe.

Con una copa en la mano y un puñado de fichas en la otra jugué a la Ruleta Francesa aprovechando que Julius aún estaba en la barra del bar devorando un helado de chocolate, supe de su regreso porque, de pronto, todo salió al revés. Me di la vuelta y allí estaba él, a mis espaldas, sonriente y relamiéndose el labio superior todavía. No jugaba, ni fumaba ni bebía, mi padre siempre me había advertido que no me fiase de quién vicios no tuviese, pero Julius además de gafe era tonto. Y digo “era” porque aquella noche dejó de serlo. El pobre confirmó y reconoció por primera vez en su vida que era gafe. Por donde paseaba iba sembrando la mala suerte así que me lo llevé a la barra del bar, le invité a un refresco y le propuse aliarnos. Lo comprobamos con el primer pleno que acerté, había una mesa con un único jugador contra la banca, así que me aposté frente a él y lancé mis fichas a un único número, Julius se colocó a su lado en cuanto el croupier lanzó la bola, fue rozarle y el pleno multiplicó por treinta y cinco mi apuesta de ciento cincuenta doblezones. Y así supimos que aquello era algo más que casualidad. Con tristeza por parte de Julius lo fuimos confirmando en cada mesa en que nos deteníamos a jugar.

Embebidos por la situación, borracho de plenos y whisky no me di cuenta que alguien más había advertido aquella cualidad tan peculiar en Julius.

Semanas después desperté en mi casa de York y durante varios días sentí un jet lag general que me tuvo desconcertado hasta que, poco a poco y en silencio intimo con mi memoria, recordé a Julius aceptando encantado las fantásticas condiciones laborales de su nuevo empleo como arma estratégica de un Casino en el desierto. Lo más gratificante fue comprobar el suculento regalo económico que habían ingresado en mi cuenta bancaria. Confieso que cada Navidad necesito seguir recibiendo noticias y fotos felices entre túnicas y dishdashas y, sobretodo, los buenos deseos de alguien que firma como “Tu amigo Julius, el gafe” desde tan lejos; me reconforta.

[ ecumedesjours, 0 puntos :) ]

1 comentario:

Embrujado dijo...

El doblezon, me gusta esa moneda, seguro que yo tambien apostaria con ella...

J.