martes, septiembre 30, 2008

Buenas noches...



lunes, septiembre 22, 2008

despedidas y reencuentros



Bienvenido seas otoño, parecías ansioso por llegar y has llegado. Nos has bautizado con agua generosa, iluminado con rayos y ensordecido con truenos. Lo malo fue que me pillaste conduciendo y acabé estresada por recogerte continuamente en mi camino, aunque, ¿sabes?, fue emocionante. Me gusta conducir.

Al menos no has bajado las temperaturas, ya sabes que el frío me molesta y que, en el fondo.... albergo la esperanza de darme más "último baño".



Me encanta esta foto, incluso se ve al fondo, si amplias la imagen, hacía la izquierda, el carguero de turno; siempre hay uno y, por tanto, pareciera ser siempre el mismo. Y, a la derecha, el pantalán del Puerto de Sagunto. El resto es evidente y bello...

En esa imagen se ven aguas de Sagunto (Almardá), Canet de Berenguer, Sagunto, Grau Vell y Puerto de Sagunto. Así de complicada es esta zona... una enorme extensión de tierras fértiles, bosques mediterráneos, playas, marjales, fuentes y ríos. Una tierra anhelada por las mejores civilizaciones de la historia, fenicios, griegos, romanos, cartagineses, árabes y judíos, y todavía no nos aclaramos... Un municipio con multitud de núcleos y en el que muchos grupos piden la segregación y yo... no imagino ese lugar dividido...

En todo caso...

... es mi foto favorita del verano:

Playa nudista en Corinto, Almardá (Sagunto), 20 de septiembre de 2008

domingo, septiembre 21, 2008

Una despedida

Los amores del verano siempre se recuerdan con una sonrisa. Una vez más me he enamorado del mar, de su influjo, de la luna y de los cielos evanescentes.



Hasta pronto...

viernes, septiembre 19, 2008

Es septiembre y quería decirte...



Felicidades Lancelot du Lac




Je voulais...
simplement te dire
que ton visage
et ton sourire
resteront prés de moi,
sur mon chemin

Te dire que c'etait
pour de vrai
tout c'qu'on sést,
tout c'qu'on a fait
que c'etait pas
pour de faux,
que c'etait bien.

Faut surtout jamais regretter
Mme si ca fait mal,
c'est gagné
Tous ces moments,
tous ces memes matins

Je vais pas te dire
qu'faut pas pleurer
y'a vraiment pas d'quoi
s'en priver
et tout ce qu'on
n'a pas loupé
le valait bien.

Peut-tre on se retrouvera
Peut-tre que peut-tre pas
Mais sache qu'ici-bas,
je suis lá.

Ca restera comme
une lumiere
Qui m'tiendra chaud
dans mes hivers
Un petit feu de toi
qui s'teint pas.

Quería simplemente decirte
que tu mirada y tu sonrisa
permanecerán cerca de mi,
sobre mi camino.



Decirte que fue sincero
todo lo que dijimos,
todo lo que hicimos
que no fue nada falso,
que todo estuvo bien.



Ante todo nunca hay que lamentar,
incluso si esto hace daño,
ya están ganados,
todos estos momentos,
incluso estas mañanas.

No te voy a decir
que no hay que llorar
no hay verdaderamente
de qué privarse,
y en todo en lo que
no hemos fallado,
valía bien la pena.

Quizá nos reencontraremos,
quizá que quizá no,
pero sabe siempre que
aquí abajo yo estaré ahí.

Esto permanecerá como una luz
que me calentará
en mis inviernos
un pequeño fuego de ti
que no se apagará.

lunes, septiembre 01, 2008

Mis Relatos Semanales

TINTERO VIRTUAL CCCLIII: EL TERMÓMETRO





"El agua de plata" [Relato ganador]


Harold estaba inmóvil y, ante nuestra admiración, aparentaba calma. Los demás enmudecíamos ante el drama de la impotencia de una estúpida guerra, nada podíamos hacer, ni siquiera sabíamos a qué o a quién esperábamos; ahora lo sé. Ahora sé que esperábamos, impotentes y alejados, que todo sucediera de una vez. Pero Harold no dejaba de hablar de su infancia sin apartar la vista del péndulo cargado de mercurio en total equilibrio frente a su rostro, como una estatua. Siempre llevaba su péndulo como amuleto, lo fuera o no nadie lo discutía, era el mejor en su especialidad y nos había salvado la vida en muchas ocasiones con el péndulo por delante. Nos contó que, siendo niño, su padre le enseñó el ingenio de la ciencia, la electricidad, juegos con dinamos, pilas, baterías o pequeños motores. Y que una vez descubrió en su laboratorio un frasco de barro muy escondido y cubierto de polvo, así que la curiosidad infantil de su hermana, que llegó a ser enfermera, le llevó a derramar parte de aquél líquido plateado traído de las lejanas minas de Almadén, en las pequeñas manos de Harold. Quedaron fascinados por el mercurio, el líquido metal resbalaba fresco entre las manos de los niños. Supieron que alguna maldad se ocultaba en aquél tesoro cuando vieron desaparecer del dedo del pequeño el sello de oro de la comunión, comido por el líquido hambriento recién despertado de su sueño arcano. Abrieron las manos, separaron los dedos y dejaron escapar el agua poderosa que, al tocar el suelo, estallaba en miríadas de gotitas plateadas que parecían emitir algún tipo de energía mágica.

A lo largo de su vida continuaron las visitas ocultas al laboratorio hasta embarcar en esta guerra. Harold paseó, como muchos de nosotros unas noches antes de salir del país, por todos los rincones de su casa aspirando cualquier mota del hogar que pudiera retener por si tardaba en volver. Llegó al laboratorio del padre, buscó el frasco de barro que guardaba el mercurio y lo vació en un bote de cristal, apenas quedaba un par de puñaditos de aquél líquido metal de la infancia. Encargó fabricar con él un pequeño termómetro de pared que colocó en la lápida de su hermana y un péndulo que contuviera la otra mitad.

Aquella mañana parecía el último día de una guerra antes de convertirse en un atardecer estático. Todos amanecimos embriagados de un optimismo que nos alentaba a continuar entre bromas y risas. De pronto ocurrió, Harold bajó la guardia y topó con ella. Incluso tuvo tiempo de darle un nombre, Medusa lo había petrificado. La mina crujió bajo su pie, en cuanto lo levantara estallaría. Cuando, por fin, el pobre muchacho decidió actuar, se protegió con las dos manos los órganos vitales de su entrepierna e hizo intención de correr, quedando aquél instante atrapado para nuestro eterno recuerdo como un fogonazo causado por el impacto de la explosión de la metralla que devoraba la pierna, los pies y las manos de nuestro camarada Harold como el mercurio caliente de una guerra.


[ecumedesjours]