viernes, abril 06, 2007

Mis hombres favoritos




Johannes Chrysostomus Theophilus Wolfgang Amadeus Mozart

Salzburgo, 27 de enero de 1756 - Viena,5 de diciembre de 1791



Viena.

Un paseo en carruaje rodeando la catedral, nos detenemos en la Rauhensteingasse 970, frente a un caserón de dos pisos:

una vivienda pretenciosa y notable para un músico oscuro, dice la gente que se alimenta de la caridad de sus amigos.

Hace muchos años, un caballero, Leutgeb, hizo ese recorrido, llamó a la puerta y le entregó al maestro Wolfgang una carta. Un extraño personaje con un misterioso encargo, una misa de difuntos, que le succionó la vida y nos dejó una música grandiosamente, inexplicablemente hermosa. Una vida inestable, lacerante y dura para un hombre de su sensibilidad.

En la capilla del conde Walsegg se interpreta una misa de réquiem en memoria de la condesa difunta. El conde dirige la orquesta y, de vez en cuando, vuelve la cabeza y mira a sus amigos para ver el efecto que "su música" causa en el auditorio. Solo el lugarteniente Leutgeb, envuelto en su capa de cuervo, permanece impasible y observa, con sonrisa cínica, una nota escrita al margen de la partitura: “compuesto por el conde Walsegg”

Hace dos años que Amadeus fue enterrado en un rincón desconocido del cementerio, en una fosa común, sin dejar despojos, como vivió, siempre en busca de morada......

París, Rue de Gros chenet, llegó Mozart con su madre dispuesto a vivir la vida y a conquistar la fama. Ella cosiendo pacientemente junto a la ventana, contemplando los carros cargados de verdura que se dirigen hacia les Halles, hasta que, poco a poco, entre el chirrido de aquellos carros, entre los pregones de los vendedores, con el rumor de la ropa tendida al viento se le escapa la vida acompañada de su hijo, y, este, descubre los misterios de la muerte.

Entre la muerte, la soledad, la ruina, tempestades... surge el coral de su corazón, el patético Rondó.

Su escuela: el camino de las enfermedades, sufrimientos del cuerpo, las privaciones, los errores, las ilusiones frustradas, las esperanzas rotas, los días de amor perdido, la muerte materna y después la de su padre y su estornino, el despilfarro de su mujer.....
La muerte y el pájaro anuncian Don Giovanni y la Flauta mágica.

Al día siguiente del estreno de D. Juan le escribe a un amigo:

“El placer de un amor ligero y divertido está a una distancia astronómica de la felicidad que procura un amor sincero y discreto”.

Mozart habla el lenguaje misterioso de los iniciados, pero su mujer no. Él se queda solo en la Rauhensteingasse, hablando con los ratones, debió ser así como nació la Flauta Mágica, una canción llena de amor y fe.

El verano ha sido caluroso, solo los perros y un extraño personaje rondan por la ciudad. Lo ven llorar atravesando la ciudad, se dirige a su casa, levanta la vista y contempla las violetas marchitas del cielo desvanecido de otoño. Y, pisando las sombras, cruza el zaguán, sube las escaleras, enciende un cirio y se pone a escribir una misa de difuntos............


1 comentario:

Anónimo dijo...

eiiii, que ya se han acabado las vacaciones. Demasiados días sin leer nuevos posts.

Un saludo ;)