martes, mayo 01, 2007

Domingo

Una mañana soleada, el brillo vivo de la Naturaleza tras la lluvia de ayer,de antes de ayer, de hoy. El olor de la tierra mojada y pura.

Preparar un fuego, leña de pinos, nispereros y alguna rama de naranjo de la poda del pasado año; el ritual del fuego, las llamaradas de la pinocha, el crepitar aromático del romero y las tracas naturales de las pedorretas. No conozco el nombre técnico y wikipédico de las pedorretas, es un arbusto que crece tras el muro del paellero que en el fuego, mientras arde, chisporretea explosivo y nos divierte.

El caldero sobre la trébede, la extensión del aceite, la carne dorada, las verduras, el agua, el azafrán, los tiempos de cocción, el arroz, el cariño que le imprime mi madre a cada paso, el ir y venir de mi padre regando sus plantas. La llegada de los coches, de la familia, las niñas, los adolescentes, ellos, los mios y nosotros. Todos.

El apetitoso caldero dorado, en el centro de la mesa. Las niñas en la terraza comen y juegan, los adolescentes prefieren su plato y para los mayores el privilegio de comer directamente del caldero de la paella.

Y para la siesta, la lluvia.

Un día precioso, mejor que un domingo.

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